Niñas como flores

21 septiembre, 2017 Artículos

Hace unos días vi en una calle del centro histórico un cartel con el retrato de una de las niñas que perdió la vida en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, que se quemó en marzo de 2017. El cartel contiene poca información, un dibujo a lápiz de ella, su nombre y unas flores al fondo. Recuerdo que pocos días después de la tragedia varios artistas hicieron esos retratos como un homenaje a las niñas, como una forma de darle rostro a los nombres en una nómina de víctimas. Fue su manera de recordarnos que lo que se perdió en el fuego fueron vidas.
Yo vi el cartel de pasada y recordé la pena por la noticia, la indignación porque se solucionen así los problemas del país por ponerlo como una metáfora bastante burda. Luego me quedé pensando en las flores, en la sonrisa de la niña. Pensé en lo poco que entendemos a esas niñas, a todas las niñas, y en lo poco que hasta el día de hoy entendemos su tragedia.
La terquedad de la imagen de las flores dando vueltas en mi cabeza surgió de la pregunta de si a ella le hubieran gustado las flores en su retrato. Porque quizás odiaba las flores, en una de esas porque le recordaban las que su abuela tenía en la casa, ese lugar al que tal vez no quería regresar. Puede que ella fuera una metalera de corazón y hubiera preferido calaveras y alas de murciélago en un fondo negro. También, podría ser que le gustara el perreo intenso y hubiera preferido unas cuantas palmeras y luces de neón al fondo de su retrato donde apareciera Maluma en una nube o algo así. Quizás, incluso, hubiera preferido salir seria, porque no tenía mucho por qué sonreír. Entiendo que al final, esta es una mera especulación mía que no tiene mucho que ver con la niña o con su tragedia que ahora se resume en ese retrato perdido en una de las calles del centro, porque ese retrato no representa lo que fue la niña, lo que pudo ser.
Llegué a la conclusión de que las flores en ese retrato me hacen mucho ruido porque de alguna forma intentan idealizar a las niñas. Al pintarlas con flores queremos acercarlas a una imagen de perfección o por lo menos de paz y todos sabemos que esas niñas carecían, sobre todo, de paz. Supongo que no soy la única que ha escuchado esas opiniones que se resumen en decir que lo que les haya pasado se lo ganaron porque eran unas perdidas. Hay muchos que intentan justificar la violencia porque su vida no valía nada, porque tenían sexo, porque las violaron y maltrataron siempre. Ellas no eran niñas de bien. Comprendo que las dibujen con flores, sonrisas y rostros en calma como un homenaje a su memoria, pero no puedo evitar la sensación de que pintarlas así sea una débil defensa de su humanidad. Esos retratos, de alguna forma, falsean su memoria porque fueron guerreras. Si admitimos que ellas no eran perfectas, niñas de su casa, ni nada por el estilo, eso no las hace menos dignas de vivir, quizás lo contrario.
En mi memoria esas niñas van a permanecer rebeldes y me gustaría que en la memoria de todos ellas permanecieran, por lo menos, como un recordatorio de lo que nos hace falta arreglar en el mundo.  #TodasSomosLas40