Venía de vuelta después de una larga caminata y pensé que al llegar a mi cuarto me gustaría que estuvieras ahí para abrazarme. Sólo abrazarme y aliviar con el calor de tu cuerpo el frío que el viento instaló en la punta de mi nariz. Porque abrazarte borra las diferencias entre nosotros; si me encierro en tus brazos se hace menos importante si no nos gusta la misma música o si se te hace difícil soportar el silencio que a veces me acompaña.
Necesito abrazarte, aunque eso no me cure del mundo, sólo para reconfortarme.