Nunca quise ser una escritora dominguera. Es más, no quiero ser una escritora dominguera; así que a pesar de lo irreverente que soy con mi trabajo, más cuando me toca presentarlo en público, a pesar de los chistes que hago a mis costillas y lo mucho que me río de mí, me lo tomo en serio.
Hoy una amiga me invitó a leer mis poemas en un colegio y, como siempre, me burlé mucho de mí misma, de mis poemas de desamores, de reconocerme “poeta”. Creo que esta vez, por lo menos en parte, fue porque anoche, cuando estaba recolectando los textos que leería hoy, comprendí que sigo siendo la bruja que te escribe y te extraña. Esa loca que no ha superado bien eso de tu partida, eso de la soledad de todos los días.
En un sincero ataque de autocrítica pensé que llevo algo más de diez años escribiendo, que tengo poemas suficientes para un par de libros, aunque no sé si los publicaré alguna vez, que de alguna extraña manera el dolor sigue intacto. Me di entre ternura y angustia. Por suerte en la mañana ya había digerido el sentimiento y le leí mis poemas a niñas que están en el momento justo para encontrar la poesía. Quizás no la mía, aunque por algún lado hay que comenzar. Y bueno, hasta yo admito que tengo un par de poemas que salvaría de la hoguera.
Como no me gusta especialmente hablar mucho de mí, mejor comparto algunos de los poemas que leí:
(como no tienen título, el cambio de color es para diferenciar unos de otros)
No sé si es posible decir algo hermoso
a partir de un cesto de ropa sucia
de una cama deshecha
de una ventana que por fuera está oscura
y se llena de ruidos para ocultarme el mundo
a veces creo
a pesar de lo cual no entiendo los mecanismos de la luz
o mis ganas de contarte cuentos
sé qué calles camino
cómo buscar series de palabras inconexas
sé dónde no estás
Se pasó el día entero y no llamé a mi madre
el gato sigue mordiéndome los pies
aún tengo ganas de salir corriendo
intento dormir
pero escucho una llave que se abre
y un chorro de agua que corre
que también podría ser la cena friéndose en un sartén
sueño que te beso
porque es el mejor final de los cuentos
un perro ladra
la noche se arrastra
no duermo
no me voy
Es así
salir a la calle y encontrar una puerta abierta
brincar hasta despostillar el suelo
esperar que no vengan a detenernos
hay mañanas en que cuesta menos
decidirnos a intentar hazañas
convertirnos en gatos
solo para saltar
Hablo conmigo misma
para no perderme en el azar de las lecturas
me hablo de la soledad y otros males menores
porque en realidad no quiero saber por qué me cambia la letra
o por qué me llueve tanto
Cuántas veces tendré que perderlo todo
para no dejar que me cierren los ojos
Yo no soy poeta, pero ha decir verdad, es una virtud muy maravillosa, sobre todo, si llega al interior de alguna otra persona. Sobre todo los poemas de “desamores”. Yo tengo verdaderas historias, jeje Saludos!
Esa es la esperanza nuestra, llegar al interior, je.>>Saludos don Espyder
Me encantan tus poemas
Atalía: gracias, gracias mil.>>Abrazos,