A veces ni siquiera necesito buscarlos, ellos llegan y se instalan. Todos los monstruos existen afuera de mi ventana, afuera de mí. No importa si me da hambre o me da miedo o me dan ganas de llorar, siempre hay demasiados monstruos rondando la esquina donde no te encuentro, el silencio que me dejás. El frío es razonable a cierta hora de la tarde, la música que brinca por toda la oficina para mantenerlos a distancia, para que no me consuman.