Decidí dejar de escribirte y no supuse que eso me llevaría a dejar de escribir por completo. No podía imaginar en ese momento que mi mundo estaba tan lleno de vos, no quería admitir que mi mundo estaba tan lleno de vos, supongo que siempre quise convencerme de vos como ausencia, como mero espejismo de mis tardes sin café. Antes dejé de hablar de vos, dejé de aburrir a mis amigos con las teorías de la conspiración que te acercaban o alejaban de mí, dejé de inventar historias en que llegabas a buscarme y éramos felices. No pensé estar tan cerca de ese punto al siencio. Después empecé a pensar en vos con otros nombres, a ponerle disfraces a mis ganas de encontrarte. Entonces aprendí a extrañarte con todas las letras de tu nombre, con todas las lectras del silencio y lo que no te escribo.