Ni vos ni yo tenemos la historia completa. Vos no sabés todo lo que pasó, los porqués de mis porqués; yo no conozco los tuyos. Supongo que no te voy a contar esa mitad de la historia, de todas formas no querrías oírla. Por lo pronto sólo diré que aquellos que hemos estado solos por mucho tiempo, aquellos que hemos sido lastimados de maneras inconfesables, solemos ser más cautos a la hora de dejar que alguien se acerque; no dejamos que cualquiera franquee nuestro muro protector. También sabemos interpretar los signos de despedida, así que no necesitamos muchas señales para saber que alguien prefiere alejarse. Sin embargo, quisiéramos pedirle una segunda oportunidad, un tiempo para dejar que conozca ese lado bueno que tenemos.
Los que hablamos solos en el carro y preferimos canciones tristes somos gente un poco difícil de sobrellevar, en este momento puedo pensar en unas treinta y cinco razones por las que yo no saldría conmigo. En general, sé que siempre me equivoco (no le digás a nadie que lo admití). Soy críptica y es difícil entenderme cuando me cuento chistes privados y me río de mí misma.
En particular, sé que no soy mala compañera de viaje, que quiero acompañarte en un tramo de este camino que nos acercó; acompañarte sólo lo que sea necesario. Quizás después podríamos decir que fuimos lo más felices que se puede ser. Quizás después sabrías que cuando decido dejar que alguien entre a mi corazón, lo voy a retener ahí hasta las últimas consecuencias, hasta que mi fuerza no sea suficiente para que podamos estar juntos.
Tomá el tiempo que considerés necesario para darte cuenta, para darme la oportunidad. Sé que quiero estar con vos.