Hace algunos meses mis rutinas incluyen una visita semanal a la casa de mis papás, con lo cual he logrado escapar a la reunión familiar anual y a la mayoría de contactos con primos y tíos, incluso pierdo de vista a mis hermanos grandes por largas temporadas.
No visito a los tíos que vienen al país cada cierto tiempo, ni a los que lo abandonan alguna vez. Mis primos se casan, tienen hijos y se reúnen los fines de semana. Yo me sigo negando a todo lo que ello implica. No es por ser mala persona, evito con ello ser mala persona.
No me quedan muchos amigos “presenciales”, me conformo con saber que están bien, que continúan. Por lo pronto me queda el café, huir hasta que me quede sin fuerzas, negarme al tedio cotidiano.