Miguel Ángel Asturias escribió que el señor que lo tenía todo, todo, todo, era dueño de todo porque lo miraba y entonces le pertenecía. Si sigo esta lógica fundamental, soy dueña de los libros de la biblioteca, de una ventana que por fuera tiene grillos que me cantan, de calles largas, largas, de charcos y de mi reflejo.
Soy dueña de todo lo que he leído, del imperio romano de Gibbon, del Londres de Virginia Woolf, de los edificios gubernamentales de Kafka, del París de Cortázar, del Buenos Aires de Borges, de la selva de Payeras, del San José de Luis Chaves, de la ciudad, de la hermosísima ciudad de los cronopios del mundo.
Cada vez que parpadeo, las palabras que escribo en esta pantalla dejan de pertencerme, le pertenecerán a quien abra los ojos, cuando yo los cierro.
qué lindo texto vos! me encanta!
:o)>>Se agradece, se agradece
No se siente rico eso de saber que el mundo es nuestro?>>De saber que no estamos solos y que incluso podemos ser parte de tus palabras, de tu historia y de tus textos…>>Aunque no tan grande como Londres o antiguo como la gloria romana de Gibbon, tenés también propiedad privada de una parte de un corazón al sur del Ecuador… ese es el único regalo esencial que podría darle a alguien que me roba la vida entera con sus posts.>>Te quiero mucho Niña Wantan…
Te extraño, por todos los días en que no tengo noticia tuya, idea tuya, noción tuya. Por suerte, a veces apareces y es como si me visitaras de nuevo en la pecera y nos fuéramos a discutir por horas sobre eun libro que nos apasiona, cada cual en su extremo y se nos pasara el tiempo, sin más. >>También te quiero.