Las moscas del verano

11 febrero, 2022 del día

Sinceramente creí que ya alguna vez había hablado de este poema, pero no encontré registro en este blog. Igual y sí lo hice, aunque en todo caso no es tan relevante.

Uno de mis poemas favoritos es el mundo es 3 horas, 16 minutos, 30 segundos, de Charles Bukowski.

3 Horas, 16 minutos y 30 segundos

Se supone que soy un gran poeta
y tengo sueño por la tarde
sé que la muerte
es un toro gigantesco
dispuesto a embestirme
y tengo sueño por la tarde
sé que hay guerras y hombres que pelean en el ring
sé que hay buena comida, buenos vinos, buenas mujeres
y tengo sueño por la tarde
sé que hay una mujer que me ama
y tengo sueño por la tarde,
me inclino hacia el sol tras una cortina amarilla
y me pregunto:
¿Adónde habrán ido las moscas del verano?
Recuerdo la muerte tan sangrienta de Hemingway
y tengo sueño por la tarde.
Algún día no tendré sueño por la tarde
algún día escribiré un poema
que encenderá volcanes
en las colinas que están ahí fuera
pero ahora mismo tengo sueño por la tarde
y alguien me pregunta «Bukowski, ¿qué hora es?»
y yo contesto «3 horas, 16 minutos y 30 segundos».
Me siento muy culpable,
me siento asqueroso, inútil,
demente, tengo sueño
por las tardes,
están bombardeando iglesias,
bien, eso está bien,
los niños montan en ponys en los parques,
eso está bien,
las bibliotecas están llenas de miles de libros sabios,
hay música grandiosa encerrada dentro de la radio
y yo tengo sueño por la tarde,
tengo una rumba dentro de mí diciendo,
bah, deja que lo hagan los demás,
déjales que ganen,
déjame dormir,
el ingenio está a oscuras
barriendo la oscuridad como una escoba,
me voy a donde han ido la moscas del verano,
intentad atraparme.

Y no es mi favorito por alguno de los motivos que los críticos podrían considerar importantes o incluso válidos. Lo es porque me ha acompañado desde que lo leí por primera vez, no es que lo recuerde de memoria ni nada por el estilo. De hecho, a veces he tenido problemas tratando de recordar su título para buscarlo. Nunca lo he tenido en un libro y jamás lo he copiado (cosa que sí ha pasado con Los motivos del elefante, de Mario Payeras, por ejemplo).

Las palabras de Bukowski me llegan algunas tardes, quizás porque me topo con que no he escrito nada de la novela que debería estar escribiendo porque ya lleva demasiado tiempo en mi cabeza o porque me atrapa esa sensación de bah, deja que lo hagan los demás, déjales que ganen.

No se trata de ganar fama o fortuna, de escribir ese tuit viral o ese poema que se convierta en el himno de una generación. A veces es tan simple como ir dejando batallas sin pelear porque no puedo meterme a todo lo que quisiera. Quizás porque sé que sí, la muerte es ese toro gigantesco dispuesto a embestirme y no me va a dar tiempo de escribir todo lo que quiero y a veces no escribo porque tengo sueño por la tarde.