A veces anidan ideas contundentes en mi cabeza y debo esperar que llegue el momento en que deje de pensar que hay demasiado frío afuera para contarte la verdad. Sin embrago, no tengo tanto que contarte porque sigo tomando el café de la misma manera e intento no refugiarme en la vana esperanza de los amaneceres nonatos que esperan por mi. Intento no saltar desde la ventana del primer nivel para un suicidio fallido más, intento tener ganas de subir más alto para que de una vez la caída sea contundente también.
Y mientras ella sigue rompiendo el silencio
con elegante ingravidez…
él, se pasea por la cornisa del mutismo.
Gracias por un comentario hermoso