Y bueno, a veces habría que hablar más de Arlt, a veces habría que leer más a Arlt en vez de estar buscando pretextos para no leerlo.
Sin embargo no será hoy. Hoy hablaré de los tres locos que me tocaron en el camino la semana pasada. El primero estaba en una banqueta de la zona 9 y se empeñaba en exprimir un panatalón (que se miraba seco) haciéndolo girar y estirándolo. El segundo estaba parado en el arriate central de la Roosevelt, debajo del puente del trebol. Estaba quieto, viendo de fernte a los carros que parecía se iban sobre él (éste pude ser yo, es fascinante ver a los carros pasar ). El tercero estaba caminando sin rumbo (por lo menos no se le miraba como que supiera exactamente a dónde iba) cerca de la universidad.
Es curioso encontrar a este tipo de personajes en el camino diario. Es curioso saber que estoy más cerca de ellos de lo que imaginan, saber que podría convertirme en uno de ellos en cualquier momento. Y salir a caminar sin un rumbo determinado, sin que la lluvia me detenga, sin que el hambre o el sueño sean un problema.