Estoy en Sophos y cae en mis manos un pequeño libro titulado “Love letters”. Me es imposible dejarlo de lado sin ojearlo un poco, así que después de acercarlo a mi nariz, batir las páginas con el pulgar y aspirar su olor, lo abro al azar y descubro algún mensaje oculto para mí, sólo para mí. Es la página 59, es una carta que Kafka le escribió a Felice Bauer en 1912, en la que le dice:
Well dearest, the doors are shut, all is quiet, I am with you once more. How many things does ‘to be with you’ mean by now? I hace not slept all day, and while I duly went about all afternoon and early evening with a heavy head and a begogged brain, now, as night sets in, I am almost excited, feel within me a tremendous desire to write; the demon inhabiting the writing urge begins to stir at most inopportune moments. Let him, I’ll go to bed. But if I could spend Christmas writing and sleeping, dearest, That would be wonderful!
Cierro el libro y pienso en Kafka como un Gregorio Samsa que necesita escribirle a su amada para evitar la transformación total en un bicho solitario y con caparazón. Cierro el libro y pienso en mí pensando en vos todo el tiempo, en mi necesidad de escribirte cartas y contarte que he pensado en vos, que escribo porque necesito escribirte, que el sueño me vence de vez en cuando y quisiera que el mundo me deje en paz.
Pienso en escribirte que es una suerte que existás en este mundo, que llenés mis días y mis noches; porque gracias a vos soy menos un bicho solitario y con caparazón.