Es lunes y me duele un poco la cabeza. A estas horas debería estar haciendo algo que valga la pena, pero también me duele la garganta y prefiero malgastar el tiempo pensando en que el día está soleado; en que hay miles de personas que van y vienen por las calles de la ciudad; en que hay sinfonías compuestas por ruidos de motores y charlas que yo nunca escucharé porque paso mis mañanas y mis tardes aislada del mundo.
El viento mueve las copas de los árboles.