por último

3 marzo, 2009 del día

La vida, pensó el hombre desnudo, era un infierno, con algunos atisbos de antiguos felices paraísos. (Calvino, Italo. Por último el cuervo. Colombia: Tusquets Editores, 1990)

Tengo los pies fríos, tengo en los labios un beso que no te di. Me duele la garganta, quizás por el beso condensado en la angustia de verte partir, quizás por esa oscura certeza de que nuestros fantasmas siempre han de volver para atormentarnos. Afuera está oscuro; no sólo afuera de mi carro, afuera de mí. El frío sube desde mis dedos, la oscuridad me consume. Me gustaría creer que con llorar se arregla algo, por lo menos en cuanto al asunto del desahogo, pero no, ya ni siquiera tengo fuerzas para llorar por lo que no fue y no será.
 
  • Magnifico articulo, mas en este momento, no puedo encontrar palabras mas acertadas. Para darle la bienvenida a la ausencia, a la distancia y al vacio.

  • Gracias Yasmyn Magaly. Tampoco tengo más palabras.Abrazos,

  • Suerte la tuya que conservas en los labios los besos no dados, a mí se me vuelven agrura y mueca, muy bonita entrada 🙂

  • Hola Alfonso, piensa en esos besos como en el perfume, no te los tragues. Supongo que llega el día en que los das 😉Abrazos por millones, gracias por el comentario.