Cuando llegué al parqueo hoy por la mañana y me bajé del carro, lo primero que escuché fue el rechinido de una carretilla de mano, ruido peculiar y ajeno a mis mañanas. Luego, mientras caminaba hacia la oficina, escuché la caída de agua en el estanque debajo de la biblioteca. Cuando encendí mi compu y puse música (con café en mano he de decir) la canción con la que Itunes me dio la bienvenida fue el amor después del amor.
No suelo buscar señales en mis días, admito que a veces no tengo tiempo siquiera para notar las cosas evidentes como para ponerme a buscar las que no están tan a la mano, pero a veces es bueno recordar que el amor después, del amor tal vez, se parezca a este rayo de sol.
Sé que no sos el príncipe azul con el que sueño, ni siquiera te has de acercar a una versión resumida de esa idea que me ronda en la cabeza. Sé que no has de estar cerca, que no te puedo convencer. Sé que llegarás una mañana de éstas, buscando una dirección o compañía para tomar café. Sé que tengo momentos de debilidad y desespero, pero también sé que estás en el mundo esperando por mí.