Las luces del carro que viene enfrente son un verdadero insulto, demasiado altas, demasiado fuertes, demasiado ineludibles.
Cuando por fin pasan, puedo continuar con el tren de mis pensamientos. Es de noche, manejo en línea recta por una carretera que conozco de memoria. Pienso en que no estás. No vas a llamar para decirme que vayamos al cine o a comer. Pienso en tu ausencia y sus repercusiones en mi vida. Porque no he dejado de ser yo misma. Antes y después de vos he sido yo misma. La que no termina la tesis, la que llora con algunas películas, la insufrible e intolerante.
Pasa otro carro y uno que me deja atrás. Paso de una línea a la otra y dejo algunas más para después.