Hace unos días estaba viendo mis libros (porque guardo la costumbre ancestral de detenerme frente a mi librera para leer los títulos, ver los lomos, pensar en los que no he leído, en los que nunca me devolvieron, los que yo no devolví, los que no tengo, los que quiero tener y ese tipo de debilidades) y pensé que podría pasar algunos meses sin salir de mi casa y dedicarme a leer, unas 15 horas al día, digamos.
Pensé que podría refugiarme (del mundo, de todo) entre cuatro paredes con mis libros que al final del día son mi isla personal. Sé que Saramago descubriría su propia isla desconocida, que Cortázar tendría una isla a medio día y que la de Eco sería la del día antes. Sé, que de alguna forma yo sobreviviría solo con su compañía, aunque tuviera que levantarme a darle de comer al gato de vez en cuando.