Dicen que la presentación de Seda, de Alessandro Baricco fue hecha por una actriz que leyó el texto de principio a fin en un teatro. Puedo imaginar el sonido de su voz al leer en voz alta, me hubiera gustado estar ahí. Seda es una novela corta, su narración muchas veces está en la frontera entre la prosa y la poesía, entre la poesía y el teatro. Hay personas que la encuentran parca, simplista, yo encuentro que tiene la cantidad justa de palabras, ni una más, ni una menos.
Dicen que los textos de Baricco son mágicos, que envuelven al lector con una narrativa que trata temas que pudieran parecer ligeros o “leves” con una visión tan espontánea y reveladora que hace de su lectura algo delicioso, saboreable. Yo admiré su capacidad de síntesis, le basta un párrafo para contarnos el viaje desde un pequeño pueblo de Francia hasta el fin del mundo, es decir, hasta ese Japón que era tan inimaginable para los europeos de la época.
No he visto la película, pero tengo ganas de ver cómo personificó Alfred Molina a Baldabiou y sus juegos con el manco. Seda es una de esas novelas que dejan mucho a la imaginación para que uno complete la historia con su propia historia.