No tenía muchos recuerdos de la primera vez que leí esta novela hace unos cinco años. Sólo sabía que Miguel muere, de hecho, pensaba que muere al principio de la historia y fue bastante sorprendente ver que no es así. No creo arruinarle a nadie el final si les cuento ese detalle, porque la muerte de Miguel es algo más que esa acción en sí misma.
En la película The hours, hay una escena en la que el esposo le pregunta Virginia Woolf por qué debe morir el poeta en su novela, Virginia le contesta que es un contraste, él debe morir para enseñarnos a todos los demás el valor de la vida. Creo que la muerte de Miguel me dejó un sentimiento similar, cuando él muere los demás personajes interiorizan su propia nostalgia y tienen algún tipo de respuesta a si la felicidad existe o no en el mundo. Al final de la novela a uno le queda esa noción de que Miguel era sólo el pretexto que los hacía buscarse unos a otros, el nexo que unía esas vidas. Miguel se convierte en el catalizador de los anhelos de los otros, es el ancla que les da un sentido de unión.
Es una novela cuya lectura recomiendo porque usa la técnica epistolar, con lo que logra que uno se encuentre en medio del drama de personajes que no ven su propia existencia como drama alguno.